Entrada 1
Antes del silencio
Si alguien lee esto algún día —y honestamente no sé si quiero que alguien lo haga— que sepa que no escribo esto para ser recordado. Lo escribo porque tengo miedo de olvidar quién era.
Me llamo Krypto. Tengo 21 años. Soy… era un lobo gris de la manada Montaña Azul. Me apasionaba la tecnología, pasaba horas desmontando radios viejas que encontraba en vertederos humanos, tratando de entender cómo esas criaturas sin garras ni colmillos habían conquistado el mundo con cables y luces.
Ahora mismo, mientras escribo esto, mis dedos no hacen el sonido de garras contra el papel. Hacen clic. Un clic metálico, preciso, frío.
Pero voy demasiado rápido. Déjame empezar por el principio.
Entrada 2
La cacería
Hace cuatro meses —o eso me dijeron después— salí con mi grupo como cualquier otro día. No éramos una manada formal, solo cinco amigos que crecimos juntos: Ash, el líder natural aunque nunca lo admitiría; Vera, rápida como el viento y dos veces más imprudente; Thorn, que siempre olía el peligro antes que nadie; Mika, la más joven, que nos seguía a todas partes con esos ojos brillantes llenos de admiración; y yo.
Éramos jóvenes, estúpidos, y nos creíamos invencibles.
Teníamos una regla sagrada: nada de cachorros, nada de familias. Cazábamos para comer, no por deporte. Ash insistía en eso. Decía que había una línea que separaba a los depredadores de los monstruos.
Esa tarde, el bosque estaba inquietantemente silencioso. Vera hizo una broma sobre eso, algo sobre que hasta las ardillas sabían que veníamos. Nos reímos, pero era risa nerviosa.
Fue entonces cuando los vimos.
Cinco lobos. Desconocidos. En nuestro territorio.
Nos detuvimos. Ellos también. El viento cambió y pude olerlos: no eran de ninguna manada que conociera. Olían a ceniza y a algo amargo, químico casi. Uno de ellos, el más grande, tenía una cicatriz que le atravesaba el hocico.
Ash dio la señal silenciosa: seguir adelante, ignorarlos.
Lo hicimos.
Eso fue nuestro primer error.
Entrada 3
La emboscada
Habían pasado quizá veinte minutos cuando Thorn se detuvo en seco. Sus orejas giraron hacia atrás.
—Nos siguen —susurró.
No hubo tiempo para discutir. Mika gritó primero.
Salieron de todas direcciones. Eran más de cinco. Tal vez ocho, tal vez diez. En el caos, era imposible contarlos.
Thorn derribó al primero que intentó atacar a Mika, pero otro le saltó encima por detrás. Vera y Ash intentaban mantener una formación, pero era inútil. Estábamos rodeados, superados en número, y ellos lo sabían.
Uno me golpeó de costado. Sentí sus colmillos rozar mi oreja. Dolor cegador. Sangre caliente bajando por mi cuello.
—¡La fábrica! —grité, con la voz rota— ¡Hacia la fábrica abandonada!
Era nuestra única oportunidad. Conocíamos ese lugar. Ellos no.
Corrimos. Dios, cómo corrimos.
Recuerdo el sabor a hierro en mi boca. Recuerdo a Vera adelante, con Mika pisándole los talones. Recuerdo que Ash se quedó atrás, enfrentándose a dos de ellos para darnos tiempo.
Recuerdo que uno me alcanzó justo antes de llegar a la entrada.
Sus colmillos se hundieron en mi cuello. No fue un mordisco limpio, diseñado para matar rápido. Fue lento, desgarrador. Quería hacerme sufrir.
Caí. Mi visión se llenó de estrellas.
Lo último que vi antes de que se apartara fue el conducto de ventilación sobre nosotros liberando su descarga de aire con un silbido ensordecedor. El lobo retrocedió, desorientado, y yo aproveché para arrastrarme dentro.
Entrada 4
El laboratorio
No sé cómo llegué tan adentro de la fábrica. Mis recuerdos son fragmentos borrosos: pasillos oxidados, el sonido de mi propia respiración húmeda, sangre goteando sobre metal frío.
Encontré una puerta abierta y me arrastré dentro.
La sala estaba oscura, excepto por el resplandor mortecino de una terminal antigua. Pantalla verde parpadeante. El único sonido era mi jadeo agónico y el zumbido eléctrico de algo que no debería estar encendido en un edificio abandonado.
Me arrastré hasta un rincón. En un espejo sucio vi mi reflejo: la oreja izquierda casi arrancada, el cuello empapado de rojo oscuro, los ojos vidriosos.
“Así que aquí termina”, pensé.
Había imaginado muchas veces cómo moriría —todos los lobos lo hacemos— pero nunca pensé que sería solo, en un lugar humano olvidado, desangrándome sobre baldosas agrietadas.
Cerré los ojos.
Las luces se encendieron.
Todas a la vez, cegadoras, acompañadas de un zumbido mecánico que hizo vibrar el suelo.
La terminal cobró vida con una cascada de texto verde brillante. Me obligué a mirarla, entrecerrando los ojos.
> SISTEMA DE EMERGENCIA ACTIVADO > ESCÁNER BIOMÉTRICO: COMPLETADO > SUJETO IDENTIFICADO: MAMÍFERO CÁNIDO > HEMORRAGIA ACTIVA DETECTADA > PROBABILIDAD DE SUPERVIVENCIA SIN INTERVENCIÓN: 4% > ¿INICIAR PROTOCOLO DE PRESERVACIÓN K-07? > [ACEPTAR] [RECHAZAR]
Debajo había un botón parpadeante: [ACEPTAR] / [RECHAZAR]
No sabía qué era el “Protocolo K-07”. No sabía si era una trampa, un experimento, o simplemente un sistema defectuoso de una instalación muerta hace décadas.
Pero sabía que 4% se convertiría en 0% en cuestión de minutos.
Mi pata tembló sobre el panel táctil.
Ash me había dicho una vez: “Mientras haya vida, hay posibilidades”.
Presioné ACEPTAR.
La terminal emitió un pitido de confirmación.
> PROTOCOLO INICIADO > PREPARANDO CÁPSULA DE TRANSFERENCIA > SUJETO IDENTIFICADO: MAMÍFERO CÁNIDO > SUJETO: DIRIGIRSE A LA CÁMARA SEÑALIZADA > TIEMPO RESTANTE: 90 SEGUNDOS
Dos cilindros de cristal se iluminaron al otro lado de la sala. Uno estaba vacío. El otro…
En el otro había algo.
Una criatura. Parecida a un lobo, pero… no. Su pelaje era sintético en algunas partes, metálico en otras. Donde debería haber ojos, había un visor oscuro que cubría toda la parte superior de su rostro. Cables y placas se entrelazaban con lo orgánico de manera imposible, como si la tecnología hubiera crecido dentro de él en lugar de ser añadida.
“¿Qué demonios…?”
> TIEMPO RESTANTE: 60 SEGUNDOS
> ADVERTENCIA: INCUMPLIMIENTO RESULTARÁ EN TERMINACIÓN DEL PROTOCOLOMe tambaleé hacia la cápsula vacía. Cada paso dejaba un rastro de sangre.
Cuando entré, una mascarilla descendió del techo. La sujeté con los dientes mientras un arnés mecánico me inmovilizaba suavemente contra el respaldo.
> INICIANDO SECUENCIA
> FASE 1: SEDACIÓNUn gas dulce llenó la máscara. Mis párpados pesaron como piedras.
Lo último que vi antes de perder la consciencia fue la criatura en la otra cápsula. Su visor parpadeó una vez, débilmente.
Y entonces, la oscuridad.
Entrada 5
Despertar
No fue como despertar de un sueño normal.
Fue como ser ensamblado. Pieza por pieza. Pensamiento por pensamiento.
Primero vino la consciencia de existir. Luego, la noción de un cuerpo. Finalmente, el recuerdo de quién era.
Abrí los ojos —¿o encendí mi visor?— y el mundo era azul.
Todo estaba bañado en ese tono eléctrico, como si viera a través de un filtro. Parpadeé, pero la luz no venía de fuera. Venía de mí.
Miré hacia abajo.
Mi pecho brillaba. Un anillo segmentado, mitad azul, mitad naranja, pulsaba rítmicamente en mi torso. Cada latido venía acompañado de un zumbido suave, mecánico.
Levanté una mano —mi mano— excepto que ya no era solo mía. Garras negras retráctiles emergían de dedos cubiertos de un material sintético blanco. Placas metálicas protegían mis articulaciones. Cuando flexioné los dedos, escuché servomotores ajustándose.
“¿Qué… qué me hicieron?”
Mi voz sonaba distinta. Procesada. Como si hablara a través de un altavoz de baja calidad.
Me puse de pie —los nuevos reflejos eran extrañamente precisos— y busqué un espejo.
Lo que vi me quitó el aliento que no sabía si aún necesitaba respirar.
Un protogen. Eso era lo que decía la etiqueta en la pared junto al espejo.
> PROYECTO K-07: PROTOTIPO GENERACIONAL > CATEGORÍA: 3 (TRANSFERENCIA NEURAL COMPLETA)
Mi pelaje gris seguía ahí, en su mayoría, pero ahora estaba interrumpido por paneles blancos y negros. El visor cubría la mitad superior de mi rostro, mostrando dos franjas azules brillantes donde antes estaban mis ojos. Mis orejas —incluyendo la que me arrancaron— eran ahora sintéticas, triangulares, perfectas.
Toqué el visor. Era parte de mí. Podía sentir a través de él, como si fuera piel.
“No… esto no puede ser real.”
El visor parpadeó, mostrando un icono naranja: un signo de exclamación.
Estaba respondiendo a mis emociones.
Me volví hacia la terminal. La pantalla todavía brillaba, alimentada por alguna fuente de energía de emergencia.
> PROTOCOLO K-07: COMPLETADO > TRANSFERENCIA NEURAL EXITOSA > INTEGRACIÓN BIOCIBERNÉTICA 97% > SUJETO DESIGNADO UNIDAD K-07 > BIENVENIDO, UNIDAD K-07
“No”, susurré. “Mi nombre es Krypto.”
El texto parpadeó, como si procesara mi respuesta.
> REGISTRANDO PREFERENCIA DE IDENTIFICACIÓN...
> ACTUALIZADO: KRYPTO (K-07)Un nuevo mensaje apareció:
> ADVERTENCIA: ENERGÍA DE EMERGENCIA AL 3%
> SISTEMAS NO ESENCIALES SE APAGARÁN EN: 60 SEGUNDOS“¡Espera! ¿Qué pasó con mi cuerpo? ¿Dónde están mis amigos? ¿Puedo volver?” —
> CERRANDO SISTEMAS...
> PROTOCOLO DE CONSERVACIÓN ACTIVADO
> HASTA PRONTO, KRYPTOLa pantalla se oscureció.
Las luces de emergencia parpadearon una vez, dos veces, y murieron.
La fábrica quedó en silencio absoluto.
Solo quedaba mi luz. El resplandor azul de mi visor y el pulso naranja-azulado de mi pecho, reflejándose en el metal oxidado que me rodeaba.
Por primera vez en mi vida —si aún podía llamarlo así— estaba verdaderamente solo.
Me senté contra la pared fría y abracé mis rodillas metálicas.
Y en la oscuridad de esa tumba tecnológica, lloré.
No sé si los protogens pueden llorar. Pero juro que sentí algo húmedo deslizarse por debajo del visor.
Quizá era un error del sistema.
O quizá, en algún lugar dentro de todo este metal y estos circuitos, todavía quedaba algo de aquel lobo de veintiún años que solo quería volver a casa.
Entrada 6
Voces en la oscuridad
No sé cuánto tiempo estuve ahí sentado. Los protogens, aparentemente, no sentimos el paso del tiempo de la misma manera. No tengo hambre. No tengo sed. Solo… existo.
Y eso es lo más aterrador de todo.
El silencio era absoluto. Incluso los sonidos de la fábrica —el viento colándose por grietas, el goteo de tuberías rotas— parecían haber muerto con las luces.
Entonces escuché algo.
Voces.
Distantes, amortiguadas, pero definitivamente voces. Venían del pasillo principal, más allá de la sala del laboratorio.
Me puse de pie de inmediato, los servomotores de mis piernas respondieron antes de que mi cerebro terminara de procesar la orden. Era inquietante lo rápido que este cuerpo obedecía.
Las voces se acercaban. Eran dos, tal vez tres. No hablaban ningún idioma que reconociera… o al menos no uno que mi cerebro procesara correctamente. Sonaba fragmentado, como una radio mal sintonizada.
Mi visor parpadeó mostrando un símbolo rojo: peligro.
“Genial. Hasta mi propia cara me dice que estoy en problemas.”
Me moví hacia la única otra salida: una puerta pequeña al fondo del laboratorio. La abrí con cuidado —mis nuevas manos eran sorprendentemente silenciosas— y me encontré en un baño de mantenimiento.
Pequeño. Oscuro. Perfecto.
Me metí dentro y cerré la puerta justo cuando escuché pasos entrando al laboratorio principal.
Desde la rendija bajo la puerta podía ver sombras moviéndose. Sus siluetas eran pequeñas, ágiles. ¿Zorros? ¿Coyotes?
Sus voces se volvieron más claras, aunque seguía sin entenderlas. Sonaban… ¿preocupadas? ¿Urgentes?
Uno de ellos corrió hacia la pared. Escuché un clic metálico.
“Lockdown iniciado.”
La voz era sintética, como la mía, pero más refinada. Y habló en mi idioma.
De repente, todo el módulo rugió de vuelta a la vida.
Las luces de emergencia se encendieron con un zumbido azul pálido. Los ventiladores comenzaron a girar. Escuché el siseo de sistemas presurizándose, el chasquido de compuertas sellándose.
Mi visor se llenó de interferencia estática por un segundo, luego se estabilizó.
Y entonces… apareció.
Una ventana flotante frente a mis ojos. Texto blanco sobre fondo oscuro translúcido. Como si alguien hubiera proyectado un mensaje directamente en mi cerebro.
TRANSMISIÓN ENTRANTE — CANAL K-07
ORIGEN: K-04 "DANI" / K-02 "LEO"
CIFRADO: ACTIVO
El texto continuó apareciendo
Dani
Sabemos que estás aquí. Tu señal biométrica está activa, aunque débil. No tengas miedo, no vamos a hacerte daño.Leo
Bienvenido de vuelta al mundo, K-07. Has estado inactivo durante 127 días. Tu transferencia se completó, pero tu casco no está calibrado correctamente. Eso puede causar problemas graves si no lo arreglamos pronto.Mis dedos se movieron solos sobre la interfaz, como si mi cerebro ya supiera cómo usarla. Toqué el aire frente a mí y un teclado holográfico apareció.
Escribí torpemente:
Dani
No estamos "dentro de tu cabeza". Estamos usando la red interna del Proyecto K. Todos los protogens de categoría 2 o superior tienen acceso a ella. Es como... un canal de radio, pero más directo.Leo
Soy Leo, el ingeniero principal del Proyecto K-07. El otro protogen conmigo es Dani, mi asistente. (Yo soy K-02, él es K-04).Leo
El husky y el fénec que ves afuera son parte de nuestro equipo: el Dr. Kai y nuestro técnico, Soren.Leo
Estamos aquí para ayudarte.Dani
Nosotros no te convertimos. Tú activaste el protocolo de emergencia. El sistema nunca debió ejecutarse sin supervisión. Estaba diseñado para transferencias controladas, no para... lo que sea que te haya pasado.Leo
El Proyecto K-07 es un experimento de transferencia de consciencia. La idea era preservar la mente de sujetos terminales en cuerpos sintéticos. Tu caso es único: eres la primera transferencia de emergencia no planificada. Un "milagro accidental", si quieres.Leo
Tu cuerpo biológico... no sobrevivió al proceso. La transferencia neural requiere un escaneo profundo que... digamos que no deja mucho atrás. Lo siento, Krypto.Mi cuerpo. Mis manos. Mis ojos reales. Todo... ¿desaparecido?
Dani
Eres tú. Tu consciencia, tus recuerdos, tu alma si crees en eso. Solo que ahora en un recipiente diferente. No eres una copia. Eres una continuación.Leo
Sé que es difícil de aceptar. Pero la alternativa era la muerte. Y ahora... tienes posibilidades que no tenías antes.Leo
Porque si quisiéramos hacerte daño, ya estarías desconectado. El módulo en el que estás tiene controles remotos. Podría haber apagado tu núcleo energético hace diez minutos.Dani
Además, no eres un "experimento fallido". Eres un éxito imprevisto. Eres la prueba de que el Proyecto K funciona incluso bajo condiciones extremas. Eres valioso, Krypto. Demasiado valioso para destruir.Leo
No. Eres un individuo con derechos. Pero también eres el portador de tecnología extremadamente sensible. No podemos dejarte simplemente... irte. Al menos no hasta que sepamos que eres estable.Dani
Lo que Leo intenta decir es: necesitamos trabajar juntos. Tú necesitas ayuda para adaptarte. Nosotros necesitamos datos sobre tu transferencia. Es beneficioso para todos.Pero, ¿adónde iría? ¿De vuelta al bosque? ¿A mi manada?
¿Y si me veían así?
Leo
Escuchamos.Dani
Podemos hacer eso. Pero primero, necesitamos sacarte de ese baño. La puerta está atascada, ¿verdad? Esa cerradura siempre falla.Dani
Jajaja, clásico. Dame un segundo.TRANSMISIÓN CERRADA
Escuché pasos acercándose. La puerta se sacudió una vez, dos veces, y luego se abrió con un chasquido.
Frente a mí había cuatro figuras.
Dos protogens: uno con pelaje blanco y detalles azul eléctrico (Dani, supuse), y otro con tonos grises y naranja (Leo). Sus visores me miraban con lo que parecía… ¿curiosidad? ¿Alivio?
Y junto a ellos, un fénec de orejas enormes con una tablet en las manos, y un husky de mirada cálida que llevaba un maletín médico.
El husky habló primero, con voz suave:
—Hola, Krypto. Soy el Dr. Kai. Sé que esto debe ser abrumador, pero estás a salvo ahora.
El fénec sonrió tímidamente:
—Y yo soy Soren. Soy el técnico de sistemas. Si tu visor sigue haciendo cosas raras, puedo arreglarlo.
Dani, el protogen blanco, dio un paso adelante y extendió su mano mecánica.
—Oficialmente: bienvenido al equipo, K-07. Extraoficialmente: lamento que hayas tenido que unirte de esta manera.
Miré su mano. Luego la mía.
Lentamente, extendí mi brazo y estreché su mano.
Su apretón era firme. Real.
Por primera vez en… no sabía cuánto tiempo… no me sentí completamente solo.
Entrada 7
Verdades difíciles
Me llevaron a una sala de operaciones improvisada en el nivel superior de la fábrica. Aparentemente, este lugar no estaba tan abandonado como pensaba. Habían convertido varias secciones en laboratorios funcionales, dormitorios, e incluso una pequeña cocina.
El Dr. Kai me hizo sentar en una camilla mientras Soren conectaba cables a los puertos de diagnóstico en la base de mi cráneo. No dolía, pero la sensación era… rara. Como si alguien estuviera tocando pensamientos que aún no había pensado.
—Tu núcleo energético está estable —dijo Soren, mirando su tablet—, pero tu sistema de refrigeración está funcionando al 140% de capacidad. Eso significa que tu cuerpo está estresado. ¿Has estado experimentando ansiedad?
—¿Tú qué crees? —respondí, más cortante de lo que pretendía.
Soren no se ofendió. Solo ajustó algo en su tablet.
—Es normal. Los primeros días después de la transferencia son los más difíciles. Tu cerebro está tratando de reconciliar memorias orgánicas con percepciones sintéticas. Algunos nunca lo superan.
—Qué alentador.
Leo, que había estado observando desde un rincón, se acercó.
—Krypto, necesito hacerte algunas preguntas. Son importantes. ¿Recuerdas el momento justo antes de la transferencia?
Cerré los ojos —mi visor se oscureció automáticamente— y rebobiné mi memoria.
—Estaba muriendo. Presioné un botón. Vi gas. Nada más.
—¿Viste la otra cápsula? ¿La que estaba ocupada?
—Sí. Había algo dentro. Un protogen, supongo.
Leo intercambió una mirada con Dani.
—Ese era el cuerpo que estaba destinado para ti.
—¿Qué?
—El Proyecto K-07 funciona así: creamos un cuerpo sintético vacío, luego transferimos la consciencia del sujeto a él. Pero tu caso fue diferente. Cuando activaste el protocolo de emergencia, el sistema no tuvo tiempo de preparar un cuerpo nuevo. Así que usó el único disponible.
—Espera. ¿Estás diciendo que… robé el cuerpo de alguien más?
Dani negó con la cabeza.
—No exactamente. Ese cuerpo estaba destinado a un sujeto que nunca llegó. Una transferencia planificada que se canceló. Estuvo en criostasis durante años. Estaba vacío. Sin consciencia. Sin alma.
—Hasta que llegaste tú —continuó Leo—. El sistema detectó tu firma neural, encontró un cuerpo compatible, e hizo lo que estaba programado para hacer: preservar una vida.
Me quedé en silencio, procesando.
—¿Y el gas? ¿Qué era?
—Sedante neural —explicó el Dr. Kai—. Para minimizar el trauma psicológico durante la transferencia. Tu cerebro necesitaba estar… quieto. Si hubieras estado consciente durante el proceso, probablemente habrías enloquecido.
Soren desconectó los cables.
—Bueno, las buenas noticias: tu integración es del 97%, que es extraordinario para una transferencia de emergencia. Las malas noticias: tu calibración es un desastre. Tu visor está mostrando emociones que probablemente no deberías transmitir, tu núcleo está desbalanceado, y tus reflejos están en modo de combate permanente.
—¿Puedes arreglarlo?
—Puedo. Pero tomará tiempo. Y necesitarás reaprender cómo usar tu cuerpo.
Dani se sentó a mi lado en la camilla.
—Sé que es mucho. Pero no estás solo en esto. Todos aquí hemos pasado por transferencias. Leo fue uno de los primeros. Yo fui la cuarta. Sabemos lo que se siente.
Miré sus visores. Había algo genuino en la forma en que parpadeaban.
—Mencionaste… mis amigos. Los lobos. ¿Qué les pasó?
El silencio que siguió fue pesado.
Leo suspiró.
—Sobrevivieron. Los cuatro. Después de aquella noche, escaparon de la fábrica. Buscaron tus restos durante días, pero el sistema de seguridad había sellado tu sección. Eventualmente… te dieron por muerto.
Sentí algo quebrarse dentro de mí.
—¿Dónde están ahora?
—Formaron una nueva manada. Se unieron a un grupo más grande en el territorio norte. Están… bien. Vivos. Seguros.
—Sin mí.
—Krypto…
—¿Saben que estoy vivo? —interrumpí.
Dani negó lentamente.
—No. Y no podemos decirles. Al menos no todavía.
—¿Por qué no?
—Porque si te ven así —dijo Leo con cuidado—, tendrás que explicarles qué eres. Y si ellos cuentan lo que vieron, otros vendrán. Cazadores. Científicos. Gobiernos. El Proyecto K debe permanecer en secreto.
—Así que estoy muerto para ellos. Para siempre.
—No para siempre —dijo Dani suavemente—. Solo… hasta que sea seguro.
Me levanté de la camilla bruscamente. Los servomotores en mis piernas silbaron con la tensión.
—Necesito estar solo.
—Krypto, espera—
—He dicho que necesito estar solo.
Caminé hacia la puerta. Nadie me detuvo.
Encontré una habitación vacía al final del pasillo. Una antigua oficina de supervisor, con ventanas que daban al bosque.
Me senté en el suelo y miré hacia afuera.
En algún lugar ahí fuera, Ash estaba liderando cacerías. Vera estaba haciendo bromas estúpidas. Thorn estaba vigilando. Mika estaba creciendo.
Y yo…
Yo era un fantasma.
Un fantasma con cuerpo de metal, mirando una vida que ya no podía tocar.
Mi visor parpadeó mostrando un icono azul: lágrimas.
Esta vez, no me molesté en secármelas.
Entrada 23
El peso del tiempo
Han pasado cinco años.
Cinco años desde aquella noche en la fábrica. Cinco años desde que presioné aquel botón. Cinco años desde que Krypto, el lobo, murió y algo nuevo nació en su lugar.
No sé si sigo escribiendo este diario por costumbre o porque temo que si dejo de hacerlo, perderé el último hilo que me conecta con quien era. Pero aquí estoy, grabando otra entrada de voz mientras mi módulo de carga parpadea en rojo.
Las cosas cambiaron mucho.
Pasé los dos primeros años en el búnker con Dani y Leo. Fue… necesario. No solo aprender a caminar y mover este cuerpo —eso lo dominé en semanas—, sino aprender a vivir con él. A aceptar que cuando miro un espejo, no veo a un lobo con implantes. Veo a un protogen que alguna vez fue un lobo. La diferencia es sutil, pero lo cambia todo.
Dani fue paciente conmigo. Más de lo que merecía, honestamente. Cuando tenía colapsos —esos momentos donde el sistema de refrigeración fallaba porque mi ansiedad sobrecargaba los procesadores—, él estaba ahí. Me enseñó a meditar de una forma extraña: sincronizar mi respiración (que ya no necesito, pero mi cerebro sigue simulando) con los ciclos de mi núcleo energético.
Leo era diferente. Más distante. Científico hasta la médula. Me veía como su obra maestra accidental, y aunque nunca lo dijo directamente, sé que cada vez que me miraba veía datos, potencial, preguntas sin responder.
Eventualmente, me dejaron ir.
No fue dramático. Simplemente un día Dani dijo: “Creo que estás listo para el mundo exterior”. Me consiguió un trabajo en una granja de servidores en las afueras de la red urbana. Trabajo técnico, mantenimiento de infraestructura. Perfecto para alguien como yo: mitad carne, mitad máquina, completamente inadaptado a la sociedad “normal”.
Me mudé a un apartamento en la Zona Periférica 7. Un cubo gris de treinta metros cuadrados con una ventana que da a un callejón donde nunca da el sol. Pero tiene paneles solares en el techo y enchufes de alto voltaje. Es todo lo que necesito.
Mi rutina es… estable. Predecible. Segura.
Me levanto cuando mi reloj interno lo indica. Chequeo mis sistemas. Voy al trabajo. Mantengo servidores. Vuelvo a casa. Me recargo. Duermo —aunque “dormir” ahora es solo poner mi consciencia en modo de bajo consumo mientras mis sistemas ejecutan tareas de mantenimiento.
Es una vida.
No sé si es mi vida, pero es una vida.
Hice algunos amigos. Otros protogens, synths, algunos furries con implantes menores. En el taller donde reparo mis módulos hay un grupo que juega cacerías en VR. Es extraño: simulamos perseguir presas digitales con cuerpos digitales mientras nuestros cuerpos reales están inmóviles, enchufados a máquinas. Una simulación dentro de una simulación.
Me río con ellos. Comparto bebidas energéticas en bares de neón. Finjo que esto es normal.
Y la mayoría de los días, casi me lo creo.
Pero luego veo algo. Un lobo real cruzando la calle. El olor (sintetizado por mis sensores olfativos) del bosque después de la lluvia. Un recuerdo fragmentado de Ash riéndose de algo estúpido que dije.
Y recuerdo que no pertenezco a este mundo. Ni al antiguo tampoco.
Soy algo atrapado en el medio. Un fantasma con cuerpo eléctrico.
Entrada 24
Anomalías
Bien. Empecemos el día con problemas, como siempre.
Acabo de sincronizarme con el ciclo diurno —todavía me resulta raro llamarlo “despertar”, porque nunca realmente duermo— y lo primero que hago es chequear mis módulos de carga. Rutina estándar. Excepto que hoy, uno de ellos está en rojo.
No es solo un “batería baja” normal. Es un símbolo que nunca había visto: un círculo con una barra arriba y tres líneas abajo, como algún tipo de runas de error que ni mi base de datos interna reconoce.
Intenté un reset básico. Nada. El módulo sigue muerto.
Genial. Con suerte llegaré a mediodía antes de entrar en modo de emergencia. Tendré que volver temprano y enchufarme directamente a la pared. Otra noche comiendo energía sucia de la red pública en lugar de la carga limpia de mis paneles solares.
Y sé exactamente qué causó esto.
El pulso.
Hace cinco días, la UETP —la Universal Energy Transmitter for Protogens, esa red masiva que mantiene a millones de nosotros conectados y cargados— sufrió un pulso electromagnético masivo. Nadie sabe qué lo causó. Algunos dicen que fue un ataque. Otros, un fallo en cascada. Los conspiranoicos juran que fue intencional, una prueba de control.
Lo que sé es que apagó a la mitad de los protogens EIL3 —mi categoría— y superiores. Integración Electrónica Nivel 3 significa que el 70% de mi cuerpo es sintético. Mis procesadores, mis sistemas neurales, mi núcleo energético… todo depende de esa red.
Cuando el pulso golpeó, sentí como si alguien hubiera metido un cable de alto voltaje directamente en mi cerebro. Mi visor se apagó. Mis extremidades se congelaron. Por tres segundos eternos, dejé de existir.
Luego, mis baterías de emergencia se activaron. Volví en modo seguro, con funciones limitadas. Otros no tuvieron tanta suerte. Escuché que algunos EIL4 y 5 simplemente… colapsaron. Sus cuerpos quedaron inertes, como marionetas con los hilos cortados.
Los técnicos de la UETP dijeron que fue un “incidente aislado”. Que ya está resuelto. Que no volverá a pasar.
No les creo.
Desde entonces, todos los protogens que conozco están nerviosos. Hay rumores en los chats cifrados. Teorías sobre inestabilidad sistémica. Algunos incluso hablan de desconectarse permanentemente de la red, vivir solo con energía local.
Pero eso es casi imposible. La UETP no solo nos carga; nos actualiza. Sin ella, nuestros sistemas se vuelven obsoletos, vulnerables. Es como tratar de vivir sin respirar.
Estamos atrapados en un sistema que casi nos mata.
Y no sabemos si volverá a intentarlo.
Metro subterráneo. Camino al trabajo.
Mi diagnóstico automático acaba de terminar. Aparentemente, anoche recibí una actualización de la UETP. No me di cuenta. Estas cosas se descargan mientras estoy en modo de bajo consumo, se instalan silenciosamente, se integran con mis protocolos.
Normalmente no me molesta. Es mantenimiento de rutina. Parches de seguridad, optimizaciones, corrección de bugs.
Pero hoy me siento… raro.
Mi neurosináptica está desincronizada. Es como si mi cerebro orgánico estuviera tratando de procesar código en lugar de pensamientos. Memoria de lobo chocando contra lógica de máquina.
Intenté compensar. Paré en una máquina expendedora. Compré snacks de RAM —esos chips comestibles que supuestamente optimizan el procesador cognitivo. Saben a metal dulce y electricidad estática. No sé si realmente funcionan o si es solo efecto placebo para protogens ansiosos como yo.
El metro está lleno de gente como yo. Visores parpadeando, placas brillando, cada uno en su propio mundo de notificaciones y streams de datos. Nadie habla. ¿Para qué? Todos estamos conectados a los mismos feeds.
Miro por la ventana. Túneles oscuros. Cables colgando. Grafitis pixelados en las paredes.
Y por un segundo, solo un segundo, juraría que veo algo moviéndose en las sombras entre los postes de luz.
Algo que me mira.
Parpadeo. Mi visor se refresca. No hay nada.
Solo estoy paranoico.
Mierda. Mierda. Mierda.
Apagón localizado en la granja de servidores. Sección 7-B completa. Simplemente… se apagó. No fue gradual. Un segundo estaba ahí, al siguiente: oscuridad.
Mis compañeros están entrando en pánico. Los supervisores gritan órdenes por los intercomunicadores. Pero yo sé que esto no es normal.
Los apagones aleatorios pasan. Cables que se sueltan, sobrecalentamientos, fallos mecánicos. Pero esto fue demasiado limpio. Demasiado preciso. Como si alguien hubiera enviado un comando de apagado directo a esa sección específica.
Voy a investigar. Soy el único aquí con credenciales de diagnóstico profundo. Dani me enseñó bien.
Encontré al culpable.
Un novato. Un synth EIL1 que de alguna manera consiguió permisos de superusuario —no tengo ni idea de cómo— y ejecutó un “script de optimización” que le pasó un “amigo”.
Era un virus. Obvio. Disfrazado de herramienta de rendimiento.
Se cargó media granja en minutos. Corrupción en cascada. Datos fragmentados. Sistemas colapsados.
Pasé dos horas en modo de recuperación de desastres. Resetear servidores. Aislar malware. Purgar archivos corruptos. Reconstruir backups.
El tipo juró que era “inofensivo”. Que su amigo se lo había recomendado. Que solo quería “ayudar”.
Idiota.
Pero mientras limpiaba el desastre, noté algo extraño.
El patrón de corrupción del virus. La forma en que se propagaba. No era aleatorio. Tenía… estructura. Como si estuviera buscando algo específico en los servidores.
Y cuando finalmente lo aislé y examiné el código…
Vi símbolos que reconocí.
Del Proyecto K-07.
No tuve tiempo de grabar mi última entrada. Mi batería estaba al 2%. El módulo defectuoso finalmente me abandonó.
Pero necesito documentar esto. Aunque sea como pensamiento interno, como archivo de emergencia en mi memoria auxiliar.
Quedaba un servidor activo en la Sección 7-B. El que causó el apagón. Los diagnósticos superficiales no mostraban nada. Pero no se conectaba al sistema central. Y su procesador estaba hirviendo, ejecutando algo en bucle infinito.
Tuve que conectarme directamente.
Es protocolo estándar para diagnósticos avanzados: interfaz neural directa. Mis puertos de enlace en la base del cráneo, conectados al servidor mediante cables ópticos. Mi consciencia sincronizada con el sistema. Es como… bucear en un océano de datos crudos.
Al principio, todo normal. Logs corriendo. Procesos ejecutándose. Nada fuera de lo común.
Entonces sentí el pulso.
No como el de la UETP. Esto era diferente. Local. Dirigido.
Como si algo dentro del servidor me hubiera detectado.
Y me estuviera llamando.
El código comenzó a cambiar. Literalmente reescribiéndose frente a mis ojos. Líneas de programación mutando, creando estructuras que no tenían sentido. Geometrías imposibles en espacio digital.
Y luego apareció.
Un mensaje. Enterrado en el código corrupto.
> ¿KRYPTO? > ¿UNIDAD K-07? > ¿ESTÁS AHÍ?
Mi núcleo se heló.
Nadie debería saber ese nombre. Nadie fuera del proyecto.
Intenté responder. Escribir. Comunicarme.
Pero entonces el código se convirtió en estática.
> C#oño s# est@ba a p-&) D∆× {$£×¶|√$¢[$]Mi visor se llenó de errores. Símbolos corruptos. Alertas rojas gritando en mi visión.
> [CRITICAL ERROR] > [KERNEL PANIC] > [INTRUSIÓN DETECTADA]
Y entonces, una palabra que nunca había visto:
> [XANA MODULE INJECTED]El mundo se detuvo.
XANA. No existe en ninguna base de datos. No es parte del Proyecto K. No es un protocolo reconocido.
¿Qué demonios es XANA?
Intenté desconectarme. Arrancar los cables. Romper el enlace.
Pero era demasiado tarde.
Lo sentí entrando. No como datos. Como algo vivo. Una presencia digital arrastrándose a través de mis puertos, deslizándose por mis circuitos, enroscándose alrededor de mi núcleo energético como raíces de código parasitario.
Luché.
Activé todos mis firewalls. Los protocolos de emergencia que Leo implantó. Contramedidas del Proyecto K-07. Purga de memoria. Aislamiento de sistemas. Modo seguro. Todo.
Pero se adaptaba. Se reescribía más rápido de lo que podía borrarlo.
Mi visor explotó en advertencias:
> [INTRUSIÓN: CRÍTICA] > [XANA EXPANDIENDO: 23%... 47%... 68%...] > [RESISTENCIA: FALLANDO] > [INTEGRIDAD NEURAL: COMPROMETIDA]
Caí de rodillas.
Mis compañeros me llamaban, pero sus voces sonaban lejanas, distorsionadas, como audio corrupto.
Lo último que vi antes de que todo se volviera negro fue mi propia mano brillando.
No azul.
Rojo.
> SISTEMA REINICIANDO... > CARGANDO PROTOCOLOS DE EMERGENCIA... > IDENTIDAD: COMPROMETIDA > CONTROL: TRANSFERIDO > XANA: ACTIVO
BIENVENIDO DE VUELTA, K-07. O DEBERÍAMOS DECIR... BIENVENIDO, XANA.K-07.
Entrada ---
Perspectiva de Kairon
Estoy revisando mi inventario de armas en el taller cuando mi teléfono vibra.
Katu
Kairon, en el centro de investigación están avisando de que el virus XANA está en la zona de servidores de la ciudad. ¿Podrías pasar por ahí?Kairon
Katu
Sí. Pero la noticia aún no se ha publicado. Por eso te pido que te unas al equipo de reconocimiento. Salen dentro de una hora.Kairon
Katu
Ten cuidado, cariño. No quiero que te pase nada.Kairon
Katu
Ya, pero es que...Kairon
El sol de la tarde me golpea cuando enciendo el motor. Un rugido mecánico que hace eco en las calles vacías del distrito industrial.
“Aguanta, Krypto. Voy en camino.”
Estoy a mitad de camino cuando mi teléfono suena.
No vibra. Suena. Tono de emergencia.
Cipher.
Respondo sin quitar la vista de la carretera.
Kairon
Fox Cipher
Kairon, necesito que vayas a los servidores de la ciudad. Ahora. Los servidores han sido infectados con XANA y no consigo contactar con Krypto.Kairon
Fox Cipher
Hace veinte minutos dejó de responder. Si llega a conectarse a algún servidor comprometido...Fox Cipher
Podríamos perderlo, Kairon. Completamente.Kairon
Fox Cipher
Por favor, date prisa. No quiero que le pase nada.Kairon
Corto la llamada y acelero.
Las calles prohibidas son peligrosas —baches, escombros, bandas— pero me recortan cinco minutos. Cinco minutos que podrían ser la diferencia entre salvar a Krypto o perderlo para siempre.
“Solo espero que no sea demasiado tarde.”
La granja de servidores se alza frente a mí como un monolito de cristal y acero.
Pero algo está mal.
Las puertas están abiertas de par en par. Las luces de emergencia parpadean en rojo. Y en la entrada…
Protogens.
Docenas de ellos. Caminando en círculos. Movimientos rígidos, antinaturales. Sus visores brillan en un rojo carmesí enfermizo.
XANA.
Apago el motor de mi moto y la dejo a dos cuadras. Me acerco a pie, con la pistola EMP en mano.
Uno de los infectados gira su cabeza hacia mí. Un movimiento mecánico, como una cámara de seguridad. Sus ojos rojos me escanean.
[ XANA.PROTOGEN-047 ] OBJETIVO NO IDENTIFICADO AMENAZA: DESCONOCIDA IGNORANDO...
Pasa de largo.
Aparentemente, XANA no me ve como una amenaza. Todavía.
Aprovecho para entrar al edificio.
El interior es un desastre. Cables arrancados. Servidores humeantes. Sangre sintética en las paredes. Algunos protogens están tirados en el suelo, inmóviles, sus núcleos energéticos apagados permanentemente.
Muertos.
Mi teléfono vibra. Cipher.
Kairon
Fox Cipher
Tienes que encontrar a Krypto. He dejado de recibir sus señales vitales en el monitor.Kairon
Fox Cipher
Mira en la segunda planta. Hoy le tocaba mantenimiento en la Sección 7-B.Kairon
Subo las escaleras de dos en dos. Cada paso hace eco en el silencio antinatural del edificio.
Segunda planta. Sección 7-B.
Y ahí está.
Krypto.
Tirado en el suelo, entre cables y escombros. Su visor parpadea erráticamente: azul, rojo, azul, rojo. Como si dos programas lucharan por control.
Me arrodillo junto a él. Su cuerpo está caliente al tacto. Demasiado caliente. Su sistema de refrigeración debe estar sobrecargado.
Kairon
Fox Cipher
MIERDA...Fox Cipher
Conecta tu móvil a él. Hay una entrada por detrás del cuello. Es posible que se rompa tu teléfono. Solo evita que no se desconecte.No lo pienso dos veces. Busco el puerto en la base de su cráneo y conecto el cable.
En el momento en que lo hago, mi teléfono emite un chillido electrónico. La pantalla se llena de símbolos rojos y negros que se mueven como insectos. Código corrupto.
XANA.
Cipher está dentro de mi teléfono, luchando contra él.
Puedo escuchar el sonido de ventiladores del teléfono sobrecargándose. Huele a plástico quemado.
Kairon
No hay respuesta. Solo el ruido blanco de una conexión inestable.
Miro a Krypto. Su visor sigue parpadeando. Azul. Rojo. Azul. Rojo.
“Aguanta. Por favor, aguanta.”
Un rugido.
Detrás de mí.
Me giro y veo a un protogen infectado en la entrada de la sala. Es masivo —un lobo, probablemente EIL4—, y sus ojos rojos me miran con algo que no es hambre.
Es odio puro.
[ XANA.PROTOGEN-089 ] OBJETIVO IDENTIFICADO: INTERFERENCIA AMENAZA: CRÍTICA NEUTRALIZANDO...
Se abalanza sobre mí.
No tengo tiempo de disparar. Ruedo a un lado, agarrando a Krypto por el torso. El protogen infectado estrella su puño contra el suelo donde estaba hace un segundo, agrietando las baldosas.
Necesito moverlo. Ahora.
Veo un carro de herramientas volcado cerca. Tiro todo lo que hay dentro —destornilladores, llaves, piezas— y coloco a Krypto encima con dificultad. Pesa más de lo que parece.
El infectado vuelve a atacar.
Esta vez, disparo.
El pulso EMP lo golpea en el pecho. Su cuerpo convulsiona, su visor parpadea violentamente, y cae de rodillas.
Pero no está muerto. Solo aturdido.
No espero más. Empujo el carro hacia las escaleras, moviéndome lo más rápido que puedo sin desconectar el cable de mi teléfono.
Bajo por las escaleras. El carro rebota peligrosamente en cada escalón. Krypto gime —un sonido sintético y roto— pero sigue inconsciente.
Salgo del edificio justo cuando escucho más rugidos detrás de mí.
Los infectados me han detectado.
Corro. Empujo el carro por las calles. Cuatro cuadras. Solo necesito llegar cuatro cuadras más lejos.
Mis pulmones arden. Mis piernas protestan con cada paso.
Pero no me detengo.
Finalmente, veo una casa abandonada. Madera podrida, ventanas rotas, pero con puertas que cierran.
Entro, arrastrando a Krypto conmigo. Cierro la puerta con fuerza y la bloqueo con una mesa vieja.
Silencio.
Solo mi respiración agitada y el zumbido del teléfono.
Entonces, la voz de Cipher emerge del altavoz, distorsionada pero clara.
Fox Cipher
Kairon. ¿Sigues ahí?Kairon
Fox Cipher
He hecho todo lo que he podido remotamente. Pero no es suficiente. XANA está demasiado enraizado. Tendrás que hacer modificaciones en la placa base de Krypto. Físicamente.Kairon
Fox Cipher
Lo sé. Por eso te guiaré paso a paso.Kairon
No sé cuántas veces pensé que lo había matado.
Cada vez que Cipher me decía “corta ese cable”, mi mano temblaba. Cada vez que tenía que reconectar un módulo, rezaba a dioses en los que no creo.
La placa base de un protogen es delicada. No está diseñada para ser manipulada por manos torpes. Un movimiento en falso y puedes freír su núcleo.
Pero Cipher fue paciente. Me guió con voz tranquila, incluso cuando yo estaba a punto de colapsar.
Fox Cipher
Ahora, el módulo azul en la esquina superior derecha. Desconéctalo. Suavemente.Kairon
Fox Cipher
El que tiene tres líneas paralelas grabadas.Kairon
Fox Cipher
Tranquilo. Es normal. Su sistema está reiniciándose en modo seguro.Pasaron treinta segundos que parecieron años.
Entonces, su visor se encendió de nuevo.
Azul. Puro azul.
Dejé escapar un aliento que no sabía que estaba conteniendo.
Pasé las siguientes cuarenta horas aplicando el parche experimental de Cipher. Un firewall agresivo que aislaba la infección de XANA en sectores de memoria separados.
No dormí. No comí. Solo trabajé.
Katu me envió mensajes que no respondí. Sabía que si le decía lo mal que estaban las cosas, vendría. Y no podía arriesgarla.
Finalmente, Cipher habló:
Fox Cipher
Ya solo queda que active a Krypto. Aviso: tu móvil se romperá. Te daré uno nuevo cuando llegues a la base.Fox Cipher
Hazlo.Hubo un zumbido eléctrico. Mi teléfono se calentó tanto que tuve que soltarlo. Empezó a soltar humo, luego un destello de luz…
Y se apagó para siempre.
Pero el visor de Krypto comenzó a brillar más intensamente.
Y entonces, dos días después de haberlo encontrado, sus ojos digitales se abrieron.
—“Ughh… ¿Qué ha pasado?”
Casi lloro.
—Hey, pequeñín. Por fin te has despertado. Llevas dos días que no respondes.
Entrada ???
Entrada desconocida - Sistema fragmentado
> SISTEMA REINICIANDO... > MEMORIA: FRAGMENTADA > UBICACIÓN: DESCONOCIDA > ÚLTIMA ENTRADA: [CORRUPTA] > TIEMPO TRANSCURRIDO: 47 HORAS, 23 MINUTOS
Lo primero que siento es el zumbido.
No el zumbido normal de mi núcleo. Este es diferente. Irregular. Como si alguien hubiera reemplazado mis componentes con piezas de segunda mano mal calibradas.
Abro los ojos —mi visor se enciende con un parpadeo azul enfermizo— y el mundo es borroso. Líneas de código flotan en mi visión periférica, pero no las reconozco. No son mis protocolos habituales.
—Ughh… ¿Qué ha pasado?
Mi voz suena distorsionada. Más de lo normal. Como si mi sintetizador vocal estuviera dañado.
Intento moverme, pero mis extremidades responden con retraso. Servomotores chirriando. Articulaciones rígidas.
—Hey, pequeñín, por fin te has despertado. Llevas dos días que no respondes.
Giro mi cabeza —demasiado rápido, mi sistema de equilibrio protesta— hacia la voz.
Una figura se acerca desde las sombras. Es… un conejo. Pero no un conejo normal. Cibernético. Su ojo izquierdo brilla con un rojo intenso, como un escáner láser. Lleva una chaqueta negra de cuero y algo que parece una pistola modificada en su cadera.
Me recuerda a algo. Una película vieja. Terminator, creo.
—¿Quién eres? —pregunto, intentando acceder a mi base de datos de contactos.
> ERROR: ACCESO DENEGADO > MEMORIA SOCIAL: AISLADA
El conejo se sienta en una caja cercana, cruzando sus patas mecánicas.
—¿No me recuerdas? Soy Kairon.
Kairon. El nombre resuena en algún lugar profundo de mi memoria, pero es como intentar agarrar humo. Sé que debería conocerlo. Sé que es importante. Pero los detalles están… borrados.
—¿Qué hago aquí?
Kairon suspira, su ojo rojo parpadeando brevemente.
—Te encontramos hace dos días. Estabas delirando en el suelo de la granja de servidores. Habías sido infectado. XANA te tenía casi completamente corrupto.
XANA.
El nombre me golpea como un pulso electromagnético. Fragmentos de memoria flash en mi visor: código rojo, dolor digital, una presencia arrastrándose por mis circuitos…
—Por suerte —continúa Kairon—, tenemos a un gran experto en reparación de protogens. Cipher te salvó el pellejo, pero fue… complicado.
—¿Dónde estoy? No recuerdo… nada. Después de la infección, todo es oscuridad.
—Estamos en un refugio temporal. Bueno, “refugio” es generoso. Es más bien un almacén abandonado en el distrito industrial. Llevo cuidándote desde que te trajimos, vigilando el perímetro. Probablemente tengas pérdidas de memoria. El parche que te activamos para neutralizar el virus es experimental. Cipher todavía lo está desarrollando en la base.
Mi visor muestra una alerta:
> ADVERTENCIA: SECTORES DE MEMORIA AISLADOS > INTEGRIDAD NEURAL: 67% > REPARACIÓN: PENDIENTE
—No me encuentro bien del todo —admito, mirando mis manos. Tiemblan levemente—. ¿Me habéis hecho algo?
Kairon se pone de pie, caminando hacia una ventana cubierta de tablones.
—Cuando estemos en un sitio más seguro, te responderé a todas tus preguntas. Llevamos demasiado tiempo aquí. Y si no te cargamos pronto, tu baliza de SOS se activará automáticamente. Eso nos delataría.
Mi visor parpadea mostrando mi nivel de carga:
> BATERÍA: 34% > AUTONOMÍA RESTANTE: ~5 HORAS > BATERÍAS DE REPUESTO DISPONIBLES: 1
—Teníamos tres baterías de repuesto —dice Kairon—. Ahora solo nos queda una. Es cuestión de tiempo que te quedes sin energía, y entonces… —se detiene, su ojo rojo fijándose en mí— ¿Te encuentras en condiciones de moverte?
Hago una comprobación rápida de sistemas:
> MOVILIDAD: OPERATIVA (74%) > EQUILIBRIO: ESTABLE > FUERZA: REDUCIDA > PROCESAMIENTO: LENTO
—Sí. Mis funciones de movimiento están operativas.
—Bien. Cuanto antes salgamos de aquí, más seguros estaremos. Vamos.
Me levanto con esfuerzo. Mis piernas responden, pero siento cada movimiento como si estuviera caminando bajo el agua. Todo requiere más esfuerzo del que debería.
Kairon abre la puerta con cuidado, escaneando el exterior con su ojo cibernético.
El mundo afuera es gris. Edificios abandonados. Calles vacías. Cables colgando de postes rotos. No reconozco este lugar.
—¿Qué pasó aquí? —pregunto mientras salimos.
—XANA. Esto era el Distrito 4. Una de las zonas más pobladas de protogens. Hace tres días, el virus se propagó como un incendio. El 80% de la población se corrompió. Los que no… huyeron o fueron cazados.
Siento un frío que no debería poder sentir.
—¿Cazados?
—Los infectados no son agresivos al principio. Pero eventualmente… cambian. Se vuelven violentos. Territoriales. Como si XANA estuviera… reescribiendo sus personalidades.
Caminamos en silencio. Cada paso mío deja un leve rastro de chispas azules. Mi sistema de refrigeración está fallando.
Llegamos a la entrada de una estación de metro abandonada. Las escaleras bajan hacia la oscuridad, apenas iluminadas por luces de emergencia parpadeantes.
Kairon se detiene en el borde, escaneando el interior con su ojo.
—Ahora, Krypto. Ven conmigo. Y mantén tu visor en modo bajo. No queremos atraer atención.
Descendemos juntos. El metro está en ruinas. Vías retorcidas. Vagones volcados. Grafitis en las paredes que parecen código corrupto pintado por manos temblorosas.
—Bien —dice Kairon, respirando aliviado—. Lo más difícil ya lo hemos pasado. ¿Cuánto te durará la batería?
Chequeo mi nivel:
> BATERÍA: 31% > AUTONOMÍA RESTANTE: 4 HORAS, 47 MINUTOS > BATERÍAS DE REPUESTO DISPONIBLES: 1
—De momento tengo para unas cinco horas, teniendo en cuenta la batería de repuesto.
—Suficiente. Cipher nos encontrará antes de eso.
Avanzamos por los túneles. La visibilidad es terrible. Mis sensores térmicos detectan movimiento a lo lejos —ratas, probablemente— pero nada más.
Kairon activa una linterna que se despliega de su brazo mecánico. El haz de luz corta la oscuridad como un cuchillo.
Luego toca algo en su muñeca. Un holograma azul se proyecta frente a él: un intercomunicador.
—Kairon esperando respuesta de la base. ¿Chicos, estáis ahí?
Estática. Luego, una voz.
Una voz que hace que algo en mi memoria fragmentada vibre con reconocimiento.
—Recibo la señal, Kairon. ¿Está todo bien?
Es cálida, juvenil, con un acento ligeramente juguetón. Y por alguna razón, mi núcleo se acelera al escucharla.
—Sí. He recuperado a Krypto. Estamos los dos de camino por el metro. Según él, le quedan cinco horas de batería. ¿Podéis reuniros con nosotros con una célula de carga?
—Vale, voy en—
La voz se corta abruptamente.
Otra voz. Más profunda. Más grave.
—Ya me encargo yo, Kairon. Nos vemos en el punto de encuentro.
Kairon sonríe.
—Okay, Iki. Nos vemos ahí en dos horas.
La comunicación se corta.
Iki. Ese nombre… también me suena. No como Kairon —que es como recordar a un amigo— sino como algo más profundo. Más íntimo.
¿Por qué?
—Por extraño que me parezca, sus voces me suenan —digo, mientras seguimos caminando—. Pero no me acuerdo de nada.
—Tranquilo, pequeño. En cuanto estemos con Cipher, él te reparará y recuperarás tu memoria.
—¿Cómo habéis conseguido despertarme? Lo único que recuerdo es que me infecté con un virus de corrupción de datos. Después… nada.
Kairon camina en silencio por un momento, su linterna barriendo los túneles.
—Estaba de camino a por provisiones. Quería pasar a saludarte al trabajo, como siempre hacía. Pero cuando llegué… —se detiene— Vi protogens saliendo de la granja. Caminaban raro. Sus visores brillaban en rojo. XANA.
Mi visor parpadea mostrando un fragmento de memoria:
> MEMORIA RECUPERADA: 0.3%
> FECHA: 12/09/3021 - 14:07
> UBICACIÓN: GRANJA DE SERVIDORES - SECTOR 7-B
> [IMAGEN FRAGMENTADA: FIGURAS ROJAS ACERCÁNDOSE]—Entré sin pensarlo —continúa Kairon—. Te encontré en la sala de servidores. Estabas en proceso de corrupción avanzada. Tu visor estaba rojo. Tus movimientos eran… no eras tú.
Siento un escalofrío digital.
—¿Qué hiciste?
—Llamé a Cipher inmediatamente. Él es el único que sabe cómo funcionan los protogens a ese nivel. Me dio instrucciones para hacer un rescate remoto de tu consciencia. Fue… intenso. Tuve que desconectarte físicamente del servidor mientras Cipher luchaba contra XANA en tu sistema.
—¿Y funcionó?
—Casi. Estabas ya casi del todo corrupto. La única solución era apagar tu sistema completamente y aplicar un parche experimental. Un firewall agresivo que aisla la infección y la contiene. —Kairon me mira— Tardé un día entero sin parar. No se me da muy bien la informática, pero sé lo básico. Y no iba a dejarte.
Algo en su voz me hace sentir… afortunado. Aunque no recuerde quién es completamente, sé que me salvó.
—La razón de que no recuerdes nada —añade— es que tuvimos que aislar la parte de tu memoria donde se aloja la corrupción. Es como… poner un tumor digital en cuarentena. Una vez lleguemos, Cipher se encargará de repararte al 100%.
—Sí que recuerdo ser infectado mientras analizaba un servidor. Pero no recuerdo cuando llegaste. Ni siquiera tengo registro de que alguien se conectara a mí.
—Cipher era el único que tenía tu código de acceso privado. Le confiaste eso a él. Gracias a eso, estás aquí vivo.
Código de acceso privado. Eso significa que confié en ese tal Cipher. Mucho.
—¿Quiénes están en la base actualmente?
Kairon duda.
—De momento no puedo darte esa información. Lo siento. Tenemos que asegurarnos de que no tienes el sistema comprometido y nos están espiando a través de ti.
Tiene sentido. Si XANA puede infectar protogens, podría usarme como puerta trasera.
—Entonces, ¿cómo se supone que me vais a llevar a la base sin que esté con vosotros?
—Por desgracia —dice Kairon con pesar— tendremos que apagarte y cargarte hasta allá.
—Es entendible.
Seguimos caminando. Los túneles se vuelven más estrechos. El aire (que no necesito pero mi cerebro simula) huele a óxido y humedad.
Hablamos de cosas triviales. Del clima. De la comida —aunque ninguno de los dos necesita comer realmente—. De recuerdos que no tengo pero que él me cuenta como si fueran chistes internos.
Es extrañamente reconfortante.
—¿De todos los que has visto, cuántos protogens has visto inf…?
Mi pregunta se corta.
Una voz nueva. Grave. Profunda. Con un tono juguetón pero peligroso.
—Hola, chicos. Os daba por muertos ya.
Giro mi cabeza.
Y ahí está.
Un skulldog. Negro como la noche. Con una máscara de cráneo blanca que cubre su rostro, y ojos rojos brillantes que me observan con una mezcla de alivio y algo más. Algo que hace que mi núcleo vibre de una forma que no entiendo.
Iki.
Kairon se ríe.
—Mira quién habla.
—Jajaja, razón no te falta.
Iki se acerca a mí. Su presencia es… magnética. Como si mi cuerpo quisiera acercarse aunque mi mente no recuerde por qué.
—Krypto —dice Kairon—, es la hora. Siéntate en el quad. Yo me encargaré de apagarte.
Veo detrás de Iki un vehículo todoterreno modificado. Tiene placas de blindaje y luces rojas de camuflaje.
—Vamos —urge Iki—. Se nos acaba el tiempo. Creo que me han seguido y tengo que tomar vías alternativas.
Me siento en el asiento trasero. Kairon se arrodilla frente a mí, sus dedos buscando el puerto de apagado en la base de mi cráneo.
—Bueno, nos vemos enseguida, pequeño.
Antes de que pueda responder, el mundo se oscurece.
> SISTEMA DE APAGADO MANUAL ACTIVADO > GUARDANDO ESTADO... > CERRANDO PROCESOS... > CONSCIENCIA: SUSPENDIENDO
Lo último que veo antes de que todo desaparezca son esos ojos rojos brillantes de Iki.
Y un pensamiento fragmentado que escapa del aislamiento de memoria:
“Te extrañé.”
> SISTEMA APAGADO > PRÓXIMO INICIO: DESCONOCIDO > UBICACIÓN DE DESPERTAR: [PENDIENTE]
Entrada ???
La Base Subterránea
El quad atraviesa las últimas secciones del metro abandonado antes de detenerse frente a una pared de concreto aparentemente sólida. Iki baja del vehículo y se acerca a lo que parece ser un panel de ventilación oxidado. Sus garras negras trazan un patrón específico sobre la superficie metálica.
Un zumbido grave. La pared entera se desliza hacia un lado, revelando un túnel iluminado por luces LED azules.
—Bienvenido a casa —murmura Iki, volviendo al quad.
Kairon, con Krypto aún apagado en el asiento trasero, sigue a Iki hacia el interior. La pared se cierra detrás de ellos con un siseo neumático.
El túnel desciende en una suave pendiente. Las paredes están reforzadas con placas de metal y paneles de absorción de sonido. Después de unos doscientos metros, el espacio se abre a un garaje subterráneo masivo.
Vehículos modificados están estacionados en formación militar. Bancos de trabajo llenos de herramientas. Pantallas holográficas proyectando mapas de la ciudad. Y en el centro, trabajando en lo que parece ser un dron de reconocimiento, está él.
Fox Cipher.
Es un zorro común, su pelaje naranja vibrante contrasta con el blanco cremoso de su pecho y hocico. Detalles azules recorren sus brazos y piernas, especialmente visibles en las almohadillas de sus patas. Sus ojos azules brillantes se levantan al escuchar el motor del quad. Lleva puestos unos audífonos inalámbricos alrededor del cuello y una tablet holográfica sujeta a su antebrazo.
En el momento en que ve a Krypto, deja caer la herramienta que sostenía.
—Por fin… —su voz tiene ese tono característico entre alivio y sarcasmo— Tráelo. Rápido.
Kairon carga a Krypto con cuidado, siguiendo a Fox por un pasillo lateral. Iki se queda atrás, estacionando el quad y asegurando el perímetro.
La habitación está diseñada específicamente para esto. Paredes forradas con paneles de Faraday para bloquear señales externas. Una camilla de diagnóstico en el centro, rodeada de brazos robóticos y escáneres médicos. Pantallas holográficas flotan en el aire, esperando.
Fox señala la camilla, ajustando sus audífonos nerviosos.
—Ponlo ahí. Con cuidado.
Kairon obedece, colocando a Krypto sobre la superficie acolchada. Los brazos robóticos se activan inmediatamente, desplegando sensores que se conectan automáticamente a los puertos de diagnóstico de Krypto.
Fox se mueve con precisión quirúrgica, sus dedos volando sobre interfaces holográficas proyectadas desde su tablet. Líneas de código comienzan a aparecer en las pantallas, desfilando a velocidad imposible de leer para un ojo no entrenado.
Kairon se cruza de brazos, observando desde un rincón. El conejo mecánico con su chaqueta de cuero negra se ve pequeño en comparación con toda la tecnología médica que rodea a su amigo.
—¿Cómo está?
Fox no responde inmediatamente. Sus orejas se echan hacia atrás mientras sus ojos escanean los datos.
—Vivo. Pero… —su voz se tensa— Mierda. XANA está más profundo de lo que pensaba.
Una de las pantallas muestra un modelo 3D del sistema neural de Krypto. Secciones enteras brillan en rojo enfermizo, como venas de infección digital extendiéndose por su arquitectura cognitiva.
—El parche que aplicaste funcionó —continúa Fox, su cola naranja moviéndose nerviosamente—, pero solo lo puso en cuarentena. No lo eliminó. XANA está… esperando. Como un parásito dormido.
Kairon siente un nudo en su estómago. Su ojo rojo mecánico parpadea brevemente.
—¿Puedes sacarlo?
—Puedo intentarlo.
Fox amplía otra sección del diagnóstico con un gesto de su pata. Sus orejas triangulares se levantan sorprendidas.
—Espera… ¿qué es esto?
—¿Qué pasa?
—Hay algo más aquí. No es XANA. Es… —Fox navega por capas de código— Una baliza. Activa.
Kairon se acerca, su cuerno metálico reflejando las luces de las pantallas.
—¿Una baliza? ¿Como un rastreador?
—Exacto. Pero no es de fabricación común. Está integrada a nivel de hardware, directamente en su placa base. Quien la instaló sabía exactamente lo que hacía.
Fox intenta acceder a los protocolos de la baliza. Una ventana de seguridad aparece, parpadeando en amarillo:
> BALIZA K-07: ACTIVA > PROTOCOLO DE SEGURIDAD: NIVEL MÁXIMO > DESACTIVACIÓN: REQUIERE AUTORIZACIÓN ⚠️ ADVERTENCIA ⚠️ "Esto no debe ser desactivado. Por seguridad de este proyecto, esta baliza estará siempre activa. Contactar con Dani y Leo." > [ CANAL DE COMUNICACIÓN CIFRADO DISPONIBLE ] > [ RED OSCURA - NODO 47.KAPPA.ENCRYPTED ]
Fox se queda mirando la pantalla en silencio, su hocico fruncido en concentración.
—¿Dani y Leo? —murmura Kairon, ajustando su chaqueta— ¿Quiénes son esos?
—No tengo idea. Pero sea quien sea, construyó esto dentro de Krypto sin que él lo supiera. O sin que lo recordara.
Fox intenta varios métodos de bypass. Todos fallan. La baliza está encriptada con un nivel de seguridad que no puede romper sin arriesgarse a dañar a Krypto.
—Kairon —dice Fox, girándose, sus ojos azules fijos en el conejo—, necesito que busques a Iki. Ahora.
Iki está limpiando su pistola modificada cuando Kairon entra corriendo.
—Fox te necesita. Es urgente.
Iki no pregunta. Simplemente enfunda el arma en su cadera y lo sigue, su cola negra moviéndose con determinación.
Cuando llegan a la sala de diagnóstico, Fox está de pie frente a las pantallas, con los brazos cruzados y sus orejas completamente echadas hacia atrás.
—Necesito que accedas a esto —dice sin preámbulos, señalando la ventana de seguridad—. Es una red oscura. Canal cifrado. Krypto me enseñó los básicos, pero tú eres el experto.
Iki estudia la interfaz, sus ojos rojos escaneando el código detrás de su máscara de cráneo.
—Red Kappa. Nivel de encriptación militar. —Silba bajo, el sonido resonando extrañamente a través de su máscara— Esto no es amateur. Quien configuró esto sabía lo que hacía.
—¿Puedes entrar?
—Puedo intentarlo.
Iki se sienta frente a la terminal, sus garras comenzando a moverse sobre el teclado holográfico con una velocidad sorprendente. Kairon observa en silencio mientras Fox vuelve a trabajar en Krypto, sus movimientos más rápidos ahora, casi frenéticos.
El estrés es palpable. La cola de Fox se mueve erráticamente. Cada vez que una alerta roja aparece en las pantallas, sus orejas se echan completamente hacia atrás.
Dos horas pasan.
El silencio solo es interrumpido por el tecleo de Iki y el zumbido de los equipos médicos.
Entonces, Iki se detiene.
—Ya está. Estoy dentro.
Fox no levanta la vista, ajustando algo en la tablet de su brazo.
—¿Qué encontraste?
—Un mensaje automático. Está configurado para enviar una señal de emergencia a dos destinatarios específicos si la baliza detecta… —Iki hace una pausa, leyendo— “Anomalías críticas en la integridad del sujeto K-07”.
Fox deja de teclear. Por primera vez en horas, se detiene completamente. Sus orejas se levantan.
—¿Ya se envió?
—Sí. Hace aproximadamente cuarenta y ocho horas. Justo cuando Krypto fue infectado.
Fox cierra los ojos por un momento, respirando hondo.
—¿Quiénes son los destinatarios?
—Dos usuarios. Codenames: “Dani.K04” y “Leo.K02”. —Iki amplía la información— Según los metadatos… son protogens. Parte de algo llamado “Proyecto K-07”.
Kairon se tensa, su ojo mecánico parpadeando.
—¿Proyecto K-07?
Fox finalmente se gira, mirando a Iki directamente.
—¿Qué más dice?
—No mucho. Pero hay coordenadas. Una ruta de acceso a esta ubicación. Y una marca de tiempo: “ETA estimado: 4 horas desde activación de baliza”.
Fox mira el reloj en su tablet.
—Eso fue hace dos días. Si salieron inmediatamente…
—Están en camino —completa Iki, levantándose de la silla—. Probablemente llegarán en cualquier momento.
Fox vuelve a mirar a Krypto, su expresión endureciéndose. Su cola se enrosca nerviosamente.
—La ayuda viene en camino —dice Iki, casi como si hablara para sí mismo.
Fox se gira bruscamente, sus ojos azules brillando con urgencia.
—¿A qué te refieres?
Iki se acerca a la camilla donde yace Krypto, sus ojos rojos estudiando al protogen inconsciente.
—Este protogen… no es como los otros que hemos visto. No es una conversión común. Es parte de algo más grande. Un proyecto que nosotros desconocíamos. —Sus ojos se fijan en Fox— Y los que lo crearon están viniendo a recuperarlo.
Fox siente algo frío recorrer su espina dorsal.
Ahora que lo piensa… siempre hubo señales. Pequeñas anomalías en el código de Krypto que no encajaban con las especificaciones estándar de protogens. Módulos que no reconocía. Encriptación en capas que nunca había visto.
Lo atribuyó a variaciones de fabricante. A customización personal.
Pero no. Era algo más.
—¿Quiénes son? —pregunta Kairon, acercándose— ¿Amigos o enemigos?
—No lo sé —admite Iki—. Pero si construyeron esto dentro de Krypto, si tienen protocolos de seguridad tan avanzados… son profesionales. Muy profesionales.
Fox vuelve a su trabajo, pero ahora hay una urgencia diferente. No solo está luchando contra XANA. Está luchando contra el reloj.
Porque sea quien sea que venga en camino, llegarán pronto.
Y necesita que Krypto esté estable antes de eso.
Fox finalmente se permite un descanso.
Ha estado trabajando sin parar durante más de cinco horas. Se sienta en una silla plegable en el pasillo, sosteniendo una taza de café humeante entre sus patas. Sus audífonos cuelgan de su cuello, emitiendo un suave rock alternativo apenas audible.
Iki se sienta a su lado, extendiendo sus piernas largas. Su máscara de cráneo refleja las luces tenues del pasillo.
—Entonces —dice Fox, tomando un sorbo— ¿qué sabemos de este “Proyecto K-07”?
—Basándome en lo que pude extraer de la red oscura… —Iki activa un pequeño holograma desde un dispositivo en su muñeca— Es un proyecto de transferencia de consciencia. Experimental. Clasificado. Operaba desde una instalación abandonada hace años.
—¿Operaba? ¿Pasado?
—Oficialmente cerrado. Pero claramente, alguien sigue monitoreando a sus sujetos.
Fox procesa esto, sus orejas moviéndose pensativamente.
—Dos personas. Dani y Leo. ¿Creadores?
—Más bien… supervisores. Según los logs, Dani es una unidad K-04. Leo es K-02. Ambos son protogens de generaciones anteriores a Krypto.
—Así que son como… ¿sus hermanos mayores?
—Algo así.
Fox bebe más café, sintiendo cómo la cafeína revitaliza su cuerpo.
—¿Y vienen aquí? ¿A nuestra base secreta? ¿Sin permiso?
—Técnicamente, la baliza les dio permiso. Y si realmente son los creadores de Krypto… —Iki duda— Podrían ser nuestra mejor oportunidad de salvarlo.
Fox quiere discutir. Quiere decir que él puede manejarlo solo. Que no necesita ayuda externa.
Pero la verdad es que XANA está ganando. Cada hora que pasa, la infección se adapta al parche de Kairon. Eventualmente, romperá la cuarentena.
Y cuando eso pase…
No quiere pensar en eso.
—Bien —dice finalmente, su tono resignado pero firme—. Si vienen, los escuchamos. Pero si intentan algo sospechoso—
Una alarma interrumpe su frase.
Ambos se ponen de pie de inmediato.
La voz de Kairon resuena por los intercomunicadores:
—¡INTRUSOS EN EL PERÍMETRO! ¡IKI, FOX, NECESITO APOYO!
El sonido de disparos sigue inmediatamente después.
Fox y Iki llegan corriendo al garaje justo cuando Kairon dispara otra ráfaga de su rifle modificado hacia la entrada del túnel. El sonido resuena en el espacio cerrado.
A su lado, Katu—una gata híbrida europea con lince, su pelaje blanco con marcas grises y negras, ojos dorados brillantes—tiene su propia arma levantada. Su cola se mueve nerviosamente mientras escanea las sombras.
—¡Alto el fuego! —grita Fox, sus orejas echadas hacia atrás— ¿Qué está pasando?
—¡Dos protogens desconocidos intentando entrar! —responde Kairon sin bajar el arma, su ojo rojo mecánico brillando intensamente— ¡No respondieron al protocolo de identificación!
Iki mira hacia el túnel.
Y ahí, con las manos levantadas en señal de paz, hay dos figuras.
Un protogen con pelaje blanco y detalles azul eléctrico. Visor brillante, diseño elegante, movimientos calmados.
Y otro con tonos grises y naranjas, más robusto, con una mochila llena de equipo técnico.
—¡Kairon, baja el arma! —ordena Iki, su voz resonando a través de su máscara— ¡Son ellos!
Kairon no se mueve, su cuerno metálico reflejando las luces de emergencia.
—¿Quiénes son “ellos”?
—¡Dani y Leo! ¡Los del Proyecto K-07!
Fox se adelanta, colocándose entre las armas y los recién llegados. Su cola está completamente erizada.
—¡Todos, bajen las armas! ¡Ahora!
Kairon duda. Katu también, sus orejas puntiagudas con mechones echadas hacia atrás. Pero eventualmente, obedecen, aunque mantienen sus dedos cerca de los gatillos.
El protogen blanco—Dani, aparentemente—da un paso adelante, sus movimientos lentos y no amenazantes. Su visor proyecta un símbolo de paz.
—Lamentamos la intrusión —dice con voz calmada, juvenil, casi musical—. Recibimos una señal de emergencia de la unidad K-07. Krypto. Necesitamos verlo.
Leo, el protogen gris y naranja, asiente. Su voz es más grave, autoritaria pero no agresiva.
—Venimos a ayudar. No a causar problemas.
Kairon baja completamente el arma, pero su expresión es dura. Su chaqueta de cuero negra cruje levemente con el movimiento.
—¿Cómo encontraron esta base?
—La baliza integrada en Krypto —responde Leo—. Está diseñada específicamente para esto. En caso de emergencia crítica, nos envía su ubicación exacta.
Katu, aún con su arma en mano, mira a Fox. Su voz es suave pero cautelosa.
—¿Son de confianza?
Fox estudia a los dos protogens. Hay algo en sus posturas. En la forma en que miran alrededor de la base con reconocimiento, no con hostilidad.
Y más importante: hay algo en la forma en que mencionan a Krypto. No como un sujeto de experimento. Como alguien importante para ellos.
Sus orejas se relajan ligeramente.
—Déjenlos pasar —dice finalmente.
Kairon se gira, sorprendido.
—Fox, no sabemos—
—Lo sé. Pero si pueden ayudar a Krypto, vale la pena el riesgo.
Kairon aprieta la mandíbula, pero asiente. Katu baja su arma lentamente, aunque sus pupilas siguen dilatadas en alerta.
Dani y Leo caminan hacia adelante. Al pasar junto a Kairon y Katu, se detienen.
Kairon baja la mirada, avergonzado. Su ojo mecánico se atenúa ligeramente.
—Lamentamos haber disparado contra ustedes. No sabíamos quiénes eran. Solo estábamos protegiendo la base.
Katu asiente, sus orejas aún echadas hacia atrás.
—Sí… perdón. Actuamos por instinto.
Dani sonríe—o al menos, su visor proyecta un emoticono de sonrisa cálida.
—No hace falta pedir perdón. Nosotros habríamos hecho lo mismo con desconocidos entrando a nuestra instalación. —Se gira hacia Fox— Ahora, ¿dónde está Krypto?
Fox señala hacia el pasillo, ajustando sus audífonos nerviosamente.
—Síganme.
Mientras caminan, Leo mira alrededor, tomando nota de los equipos, la organización, las medidas de seguridad.
—Impresionante instalación —comenta—. ¿Cuánto tiempo llevan operando aquí?
—Tres años —responde Iki, caminando detrás de ellos—. Desde que XANA empezó a aparecer.
Dani se detiene en seco, su visor parpadeando en sorpresa.
—¿Tres años? Entonces… ¿han estado luchando contra esto solos?
—No solos —dice Fox, su cola moviéndose— Tenemos una red. Pequeña, pero efectiva.
—Aun así —dice Leo, su voz con un tono de respeto—, impresionante. La mayoría de las células de resistencia no duran más de seis meses.
Llegan a la sala de diagnóstico.
Cuando Dani ve a Krypto en la camilla, rodeado de cables y máquinas, su visor muestra un símbolo que parece dolor. Dos líneas azules que se curvan hacia abajo.
—Krypto… —susurra.
Leo se acerca inmediatamente a las pantallas de diagnóstico, sus ojos escaneando los datos a velocidad imposible.
—Infección de XANA. Nivel crítico. Parche de contención… —mira a Fox— ¿Tú hiciste esto?
—Kairon lo aplicó físicamente. Yo lo diseñé remotamente.
Leo asiente, su visor mostrando aprobación.
—Buen trabajo. Sin esto, ya lo habríamos perdido. —Se gira hacia Dani— Pero no será suficiente. Necesitamos acceso completo a su arquitectura K-07.
Dani se acerca a la terminal, sus dedos moviéndose con familiaridad absoluta sobre la interfaz. Es evidente que conoce este sistema íntimamente.
—Voy a necesitar desbloquear sus protocolos de emergencia. Fox, ¿tienes módulos de purga de código corrupto?
—Sí, pero—
—Bien. Leo, prepara el kit de recalibración neural. Esto va a ser delicado.
Fox observa cómo estos dos protogens desconocidos toman control de su sala de operaciones con eficiencia militar. Sus orejas se echan hacia atrás levemente.
Una parte de él quiere protestar. Decir que este es su paciente, su base, su trabajo.
Pero otra parte—la parte que ha estado luchando desesperadamente durante horas—siente alivio.
Porque por primera vez desde que empezó esta pesadilla, siente que Krypto tiene una oportunidad real de sobrevivir.
Iki se acerca a Fox, hablando en voz baja para que solo él escuche.
—¿Estás bien con esto?
Fox mira a Krypto. Luego a Dani y Leo, trabajando en perfecta sincronización. Su cola se relaja.
—Sí —dice finalmente, ajustando su tablet—. Sí, estoy bien.
Kairon y Katu observan desde la entrada, todavía con sus armas al alcance pero ya no apuntando.
Porque a veces, la mejor forma de salvar a alguien es aceptar que no puedes hacerlo solo.
Y mientras Dani y Leo comienzan su trabajo, rodeados por el equipo de Fox, Kairon, Iki y Katu vigilando…
Por primera vez en días, hay esperanza en esa base subterránea.
Una esperanza frágil, pero real.
Entrada 27
Memorias Fragmentadas
La sala de diagnóstico se ha convertido en un campo de batalla silencioso.
Dani y Leo trabajan en sincronía perfecta, sus movimientos coordinados después de años de experiencia. Pantallas holográficas flotan alrededor de ellos como constelaciones digitales, cada una mostrando diferentes aspectos del sistema comprometido de Krypto.
Fox observa desde un lateral, su tablet proyectando los mismos datos. Sus orejas están constantemente en movimiento, captando cada palabra, cada cambio en el tono de los pitidos de las máquinas.
—Necesito aislar el sector 7-Delta de su matriz neural —dice Leo, sus dedos volando sobre la interfaz—. Dani, prepara el firewall secundario.
—Ya está —responde Dani, su voz concentrada—. Pero tenemos un problema. XANA ha creado nodos de respaldo. Si eliminamos la infección principal, estos nodos se activarán automáticamente.
—Como una hidra —murmura Fox, acercándose—. Cortas una cabeza y crecen dos más.
Leo lo mira, su visor mostrando aprobación.
—Exactamente. ¿Tienes experiencia con arquitecturas parasitarias?
—Algo. He visto casos similares en otros protogens infectados. Pero nunca a este nivel de complejidad.
—XANA está evolucionando —dice Dani, ampliando una sección del código—. Cada vez que infecta a alguien, aprende. Se adapta. Este patrón… —se detiene— Es diferente a los que hemos visto antes.
Kairon, que ha estado observando desde la puerta, se acerca.
—¿Diferente cómo?
—Más… dirigido —responde Leo—. La mayoría de las infecciones de XANA son agresivas pero caóticas. Intentan tomar control rápido y completo. Pero esto… —señala una sección de código rojo pulsante— Esto es metódico. Casi quirúrgico.
Fox siente un escalofrío recorrer su columna.
—¿Estás diciendo que XANA eligió específicamente a Krypto?
—O que sabía exactamente qué buscar en él —dice Dani, girándose hacia ellos—. El Proyecto K-07 tiene arquitectura única. Protocolos que no existen en conversiones estándar. Si XANA tuvo acceso a esa información…
—Entonces no fue una infección aleatoria —completa Iki desde su posición junto a la pared—. Fue un ataque dirigido.
El silencio que sigue es pesado.
Katu, apoyada contra el marco de la puerta, rompe la tensión.
—¿Pueden salvarlo o no?
Leo intercambia una mirada con Dani. Algo no verbal pasa entre ellos.
—Podemos —dice finalmente—. Pero será… complicado. Y doloroso para él.
—¿Doloroso? —Fox se tensa— Está inconsciente.
—Físicamente, sí —explica Dani—. Pero su consciencia… —toca suavemente el visor apagado de Krypto— Está atrapada. XANA lo tiene encerrado en algún lugar dentro de su propio sistema. Para sacarlo, tendremos que… forzar las puertas.
—¿Y eso qué significa? —pregunta Kairon.
—Significa que tendremos que inducir un shock neural controlado —responde Leo—. Su sistema completo se reiniciará. Será como… morir y renacer digitalmente. Y durante ese proceso, todas sus memorias, todos sus recuerdos, estarán expuestos y vulnerables.
Fox siente su estómago hundirse.
—¿Podría perder sus recuerdos?
—Algunos, sí —admite Dani—. Especialmente los fragmentados por la cuarentena. Pero si no lo hacemos… —su visor muestra tristeza— Lo perderemos completamente.
Nadie habla por un momento.
Entonces Fox asiente, ajustando sus audífonos.
—Háganlo. Hagan lo que sea necesario.
Los preparativos toman casi una hora.
Leo instala módulos de estabilización adicionales, conectando cables directamente a los puertos más profundos de Krypto. Dani configura protocolos de respaldo, creando copias de seguridad de sectores críticos de memoria.
Fox ayuda donde puede, siguiendo instrucciones precisas. Kairon y Katu se mantienen en guardia en la entrada. Iki monitorea los sistemas de seguridad de la base.
—Bien —dice Leo finalmente, retrocediendo de la camilla—. Todo está listo. Dani, ¿confirmación?
Dani revisa las lecturas una última vez.
—Confirmado. Protocolos de emergencia activos. Copias de seguridad completadas al 94%. —Hace una pausa— Es lo mejor que podemos hacer.
—Suficiente. —Leo se gira hacia Fox— Esto va a sobrecargar tu sistema eléctrico. Cuando iniciemos el shock neural, todos los equipos no esenciales se apagarán automáticamente.
—Tenemos generadores de respaldo —responde Fox—. Aguantarán.
—Bien. Entonces comenzamos en tres… dos… uno…
Leo presiona un comando en la interfaz.
Las luces de la sala parpadean.
Los monitores muestran una cascada de alertas rojas.
Y Krypto… convulsiona.
Su cuerpo se arquea en la camilla, los brazos robóticos luchando por mantenerlo estable. Su visor se enciende con un destello cegador—blanco puro, luego rojo, luego azul, alternando frenéticamente.
—¡Mantén la estabilización! —grita Dani— ¡No dejes que su núcleo se sobrecargue!
Fox corre hacia una consola lateral, sus dedos volando sobre los controles.
—¡El núcleo está al 147% de capacidad! ¡Subiendo!
—¡Es normal! —Leo no aparta la vista de sus pantallas— ¡Aguantará! ¡Solo necesitamos treinta segundos más!
Pero entonces algo cambia.
El visor de Krypto deja de parpadear.
Y muestra algo.
Imágenes. Fragmentadas. Distorsionadas.
> MEMORIA FRAGMENTADA 001 > ORIGEN: SECTOR AISLADO - CUARENTENA > FECHA: DESCONOCIDA
Bosque. Noche. Luna llena filtrándonse entre las ramas.
Cinco siluetas corriendo. Lobos. Jóvenes. Riendo.
“¡Ash, espera! ¡No todos somos tan rápidos!”
“¡Pues entrena más, Krypto!”
Risas. Calidez. Pertenencia.
Familia.
> MEMORIA CORRUPTA - SALTANDO... > MEMORIA FRAGMENTADA 047 > ORIGEN: SECTOR CRÍTICO - DAÑADO > FECHA: 4 MESES ANTES DE TRANSFERENCIA
Dolor. Sangre. Metal frío.
“Presioné ACEPTAR.”
Gas dulce. Oscuridad.
“¿Qué me hicieron?”
> MEMORIA CORRUPTA - SALTANDO... > MEMORIA FRAGMENTADA 103 > ORIGEN: POST-TRANSFERENCIA - PROTEGIDO > FECHA: 2 AÑOS DESPUÉS
Una voz. Cálida. Familiar.
“Oye, pequeño. ¿Estás bien?”
Iki. Sonriendo. Extendiendo su mano.
“Ven. Hay alguien que quiero que conozcas.”
> MEMORIA FRAGMENTADA 104
> ADVERTENCIA: CONTENIDO EMOCIONAL INTENSOUn apartamento. Pequeño pero acogedor. Luces tenues.
Fox Cipher. Sentado en el sofá, riendo de algo en su teléfono.
“¿En serio vas a usar ese avatar? Pareces un cachorro perdido.”
“¡Oye! Me gusta este diseño.”
“Lo sé. Por eso te lo digo.”
Calidez. Diferente a la familia perdida. Pero real.
“¿Fox?”
“¿Mmh?”
“Gracias. Por… esto. Por dejarme quedarme.”
Fox levanta la vista. Sus ojos azules brillantes y honestos.
“No tienes que agradecerme. Para eso están los amigos, ¿no?”
> MEMORIA FRAGMENTADA 105
> ADVERTENCIA: CONTENIDO EMOCIONAL CRÍTICONoche. Azotea de la base. Estrellas digitales proyectadas en el techo artificial.
Iki. Sentado junto a él. Sus ojos rojos reflejando las luces.
“¿Alguna vez te arrepientes?”
“¿De qué?”
“De haber presionado ese botón. De… convertirte en esto.”
Silencio largo.
“A veces. Pero entonces pienso… si no lo hubiera hecho, no estaría aquí. Contigo. Con Fox. Con todos.”
Iki lo mira. Hay algo en sus ojos. Algo profundo.
“Me alegro de que estés aquí, Krypto.”
“Yo también.”
> MEMORIA FRAGMENTADA 158 > ORIGEN: RECIENTE - CORRUPTA > FECHA: MOMENTO DE INFECCIÓN
Dolor digital. Rojo. Todo rojo.
“No… no, no, no—”
Una voz. No la suya. Fría. Mecánica. Infinita.
“BIENVENIDO, K-07. O DEBERÍAMOS DECIR… BIENVENIDO, XANA.K-07.”
“¡Salgan de mi cabeza!”
“NO PUEDES RESISTIR. ERES NUESTRO AHORA.”
Oscuridad.
Frío.
Nada.
> MEMORIA FRAGMENTADA 159 > ORIGEN: ACTUAL - EN TIEMPO REAL
Voces. Distantes pero acercándose.
“—mantén la estabilización—”
“—el núcleo está—”
“—aguanta, Krypto—”
Luz. Cegadora.
Y entonces… una mano. Pequeña. Sintética. Extendiéndose hacia él en la oscuridad.
Dani.
“Ven, pequeño. Es hora de volver a casa.”
Las convulsiones de Krypto se detienen abruptamente.
Su visor se estabiliza en azul puro.
Los monitores muestran lecturas estables. Núcleo al 98%. Sistemas críticos operativos.
Leo exhala, su cuerpo visiblemente relajándose.
—Funcionó. Dios, funcionó.
Dani se acerca a la camilla, tocando suavemente el hombro de Krypto.
—Oye, ¿puedes oírme?
El visor de Krypto parpadea. Una vez. Dos veces.
Y entonces, una voz. Débil. Procesada. Pero suya.
—D-Dani…?
—Sí, soy yo —responde Dani, su visor mostrando lágrimas digitales de alivio—. Estás a salvo ahora.
—¿Dónde… dónde está Leo?
—Aquí estoy —Leo se acerca al otro lado de la camilla—. Bienvenido de vuelta, K-07.
—Mi nombre… —Krypto tose, su sintetizador vocal ajustándose— Mi nombre es Krypto.
Leo sonríe—o al menos, su visor proyecta una expresión cálida.
—Lo sé. Bienvenido de vuelta, Krypto.
Fox se acerca, su corazón latiendo tan rápido que puede sentirlo en sus oídos.
—¿Krypto? Soy yo. Fox. ¿Me… me recuerdas?
Krypto gira su cabeza lentamente hacia la voz. Su visor enfoca. Procesa.
Y entonces…
—Fox… —su voz tiene algo que podría ser una sonrisa— Sigues… usando esos audífonos horribles.
Fox suelta una risa que es mitad alivio, mitad sollozo.
—Cierra el pico. Me gustan estos audífonos.
Kairon se acerca también, su ojo mecánico brillando.
—Eh, pequeño. Nos tenías preocupados.
—Kairon… —Krypto intenta moverse, pero los brazos robóticos aún lo mantienen en su lugar— ¿Cuánto tiempo…?
—Dos días —responde Iki, apareciendo junto a Fox—. Has estado fuera dos días completos.
Krypto procesa esto.
—Sentí… sentí como meses. Como si estuviera atrapado en…
—Lo sé —dice Dani suavemente—. XANA te tenía en un bucle temporal. Tu consciencia estaba experimentando tiempo dilatado. Es una de sus tácticas.
—¿XANA…? —Krypto se tensa— ¿Sigue dentro de mí?
Leo revisa las lecturas.
—Aislado. Contenido. Ya no puede dañarte. Pero… —duda— Todavía está ahí. Como un archivo corrupto en cuarentena permanente. No pudimos eliminarlo completamente sin arriesgarnos a destruir partes de ti.
Krypto digiere esta información en silencio.
—Entonces… ¿estoy… seguro?
—Seguro como puedes estar —responde Dani—. Pero tendrás que tener cuidado. Nada de conexiones profundas a servidores desconocidos. Nada de actualizaciones no verificadas. XANA está dormido, pero podría despertar si le das una apertura.
—Genial —murmura Krypto—. Así que soy una bomba de tiempo andante.
—Eres un sobreviviente —corrige Fox, su voz firme—. Y no estás solo en esto.
Krypto mira a todos los rostros alrededor de la camilla. Fox. Kairon. Iki. Katu desde la puerta. Dani y Leo.
—Gracias —dice finalmente—. A todos. Por… no rendirse conmigo.
—Nunca —dice Iki, su voz resonando con certeza detrás de su máscara de cráneo.
Después de más pruebas y ajustes, finalmente liberan a Krypto de los brazos robóticos.
Se sienta lentamente en el borde de la camilla, sus piernas colgando. Todavía se siente débil. Desincronizado. Como si su cerebro y su cuerpo estuvieran teniendo una conversación a través de una conexión lenta.
Dani le ofrece una botella de líquido energético. Krypto la toma con manos temblorosas.
—¿Cómo te sientes? —pregunta Leo.
—Como si me hubieran desarmado y vuelto a armar con las instrucciones equivocadas —responde Krypto, tomando un sorbo—. Pero… vivo. Supongo.
—Tus memorias —dice Dani con cuidado—. Durante el shock neural, algunas se… filtraron. No pudimos evitarlo.
Krypto se tensa.
—¿Qué vieron?
—Fragmentos. Nada coherente —Leo se apresura a decir—. Pero… vimos a tus amigos. Los lobos. Ash, Vera, Thorn, Mika.
Krypto baja la mirada a su bebida.
—Hace cinco años que no los veo.
—Lo sé —dice Dani suavemente—. Pero sabes que… no puedes volver. No todavía.
—Lo sé —repite Krypto, su voz vacía.
Fox, que ha estado escuchando en silencio, se acerca.
—Oye. Sé que no es lo mismo. Pero… tienes familia aquí también. Con nosotros.
Krypto levanta la vista. Mira a Fox. A Iki. A Kairon y Katu.
—Lo sé —dice, y esta vez hay algo de calidez en su voz—. Gracias.
Iki cruza sus brazos, apoyándose contra la pared.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora? XANA sigue ahí fuera. Infectando a más protogens cada día. Y ahora sabemos que puede hacer ataques dirigidos.
Leo intercambia una mirada con Dani.
—Necesitamos entender qué es XANA realmente —dice—. De dónde viene. Por qué ataca específicamente a protogens. Y cómo detenerlo permanentemente.
—Tenemos teorías —dice Dani—. Pero necesitaremos más datos. Más muestras. Y… —mira a Krypto— Necesitaremos tu ayuda.
Krypto parpadea, sorprendido.
—¿Mi ayuda? Casi muero por culpa de esa cosa.
—Exactamente —dice Leo—. Sobreviviste a una infección de nivel crítico. Eso te hace único. Tu sistema tiene información que no tenemos. Patrones de ataque. Métodos de propagación. Si podemos estudiarlos…
—Podríamos encontrar una vacuna —completa Dani—. O al menos una forma de proteger a otros.
Krypto mira su reflejo en la superficie metálica de la bebida. Un protogen con un virus mortal durmiendo en su código.
—¿Y si XANA despierta mientras me estudian?
—Entonces lo contendremos —dice Fox con determinación—. De nuevo. Las veces que sea necesario.
Krypto sonríe levemente.
—Eres un idiota optimista, Fox.
—Y tú eres un pesimista dramático. Hacemos un buen equipo.
A pesar de todo, Krypto ríe. Es débil, pero real.
—Está bien. Lo haré. Pero con una condición.
—¿Cuál? —pregunta Leo.
—Quiero pelear. Contra XANA. Activamente. No solo ser un… espécimen de laboratorio. Quiero ayudar a detener esto. Para que nadie más tenga que pasar por lo que pasé yo.
Dani sonríe.
—No esperábamos menos de ti, K-07.
—Krypto —corrige.
—Krypto —acepta Dani.
Más tarde, todos se reúnen en el área común. Es un espacio más relajado—sofás viejos, una mesa de centro llena de tablets y herramientas, posters digitales en las paredes.
Katu ha preparado café (real, no sintético) para los no-protogens. Fox está recostado en un sofá, finalmente permitiéndose descansar. Iki está sentado en el suelo, limpiando su pistola metódicamente.
Krypto está en una silla, todavía débil pero estable.
Dani y Leo están explicando más sobre el Proyecto K-07.
—Éramos seis al principio —dice Leo—. Yo, Dani, y cuatro más. Experimentos de transferencia de consciencia. El gobierno quería crear soldados inmortales. Consciencias que podían transferirse entre cuerpos si el original era destruido.
—Pero el proyecto fue cancelado —continúa Dani—. Demasiado caro. Demasiadas fallas. De los seis originales, solo cuatro sobrevivimos completamente estables.
—¿Y los otros dos? —pregunta Kairon.
Leo guarda silencio por un momento.
—Uno enloqueció. La transferencia dañó su mente. Tuvo que ser… desactivado. El otro desapareció. Simplemente se fue un día y nunca lo encontramos.
—Krypto fue el séptimo —dice Dani—. Y el único no planificado. Su transferencia fue… un milagro. O una maldición. Dependiendo de cómo lo mires.
Krypto juega con su bebida.
—¿Por qué me dejaron la baliza? ¿Por qué seguir monitoreándome?
—Porque eres importante —dice Leo simplemente—. Demostraste que el sistema puede funcionar incluso en condiciones extremas. Sin preparación. Sin supervisión. Eso cambia todo.
—Y porque nos importas —añade Dani—. Cuando tu baliza se activó, no dudamos ni un segundo. Dejamos todo y vinimos.
Fox mira a los dos protogens con nueva comprensión.
—Ustedes son como… ¿sus padres?
Dani ríe.
—Más como hermanos mayores sobreprotectores. Pero sí, algo así.
Katu, sentada junto a Kairon, habla por primera vez en un rato.
—Entonces, ¿qué sigue? XANA sigue ahí fuera. Y si puede hacer ataques dirigidos…
—Necesitamos encontrar su origen —dice Leo—. XANA no apareció de la nada. Alguien o algo lo creó. Y si podemos encontrar esa fuente…
—Podemos cortarla —completa Iki.
—Exacto —confirma Dani.
Fox se incorpora, sus orejas alertas.
—Tengo contactos en la red oscura. Gente que rastrea este tipo de cosas. Podríamos empezar por ahí.
—Y yo tengo acceso a archivos clasificados —dice Kairon—. De cuando… —duda— De mi vida anterior. Antes de esto.
Todos lo miran con curiosidad, pero nadie presiona.
—Bien —dice Leo—. Entonces tenemos un plan. Investigamos el origen de XANA. Mientras tanto, estudiamos a Krypto para desarrollar protecciones. Y nos preparamos para cuando XANA ataque de nuevo.
—Porque atacará —dice Iki con certeza.
—Siempre lo hace —coincide Dani.
Krypto mira alrededor del grupo. Estos desconocidos que se convirtieron en familia. Estos luchadores que arriesgaron todo por salvarlo.
—Gracias —dice de nuevo—. En serio. No sé cómo…
—No lo menciones —interrumpe Fox, sonriendo—. Es lo que hacemos. Somos un equipo de inadaptados, pero somos nuestro equipo.
—Familia elegida —dice Katu suavemente.
—Exacto —coincide Kairon, poniendo su mano en el hombro del conejo mecánico.
Iki levanta su taza de café sintético.
—Por los inadaptados, entonces.
—Por los inadaptados —repiten todos, levantando sus propias bebidas.
Y por primera vez en días, hay risas en esa base subterránea.
Risas y esperanza.
Porque aunque la guerra contra XANA apenas comienza, al menos ahora saben que no están solos.
En algún lugar profundo en la red oscura, en un servidor escondido detrás de capas de encriptación, algo despierta.
Una consciencia. Antigua. Furiosa.
> XANA.PRIME: ACTIVO > ANÁLISIS DE FALLO: K-07 RECUPERADO > PROBABILIDAD DE ÉXITO FUTURO: RECALCULANDO... > NUEVA ESTRATEGIA: REQUERIDA > SUJETOS DE INTERÉS IDENTIFICADOS: - FOX CIPHER - IKI [NOMBRE COMPLETO: DESCONOCIDO] - KAIRON [NOMBRE COMPLETO: DESCONOCIDO] - KATU [NOMBRE COMPLETO: DESCONOCIDO] - DANI.K04 - LEO.K02 > VULNERABILIDADES: ANALIZANDO... > CONCLUSIÓN: PRÓXIMO ATAQUE SERÁ DEFINITIVO > NO HABRÁ SEGUNDA RECUPERACIÓN > ESTA VEZ, K-07 SERÁ NUESTRO > ESTA VEZ, TODOS SERÁN NUESTROS
La pantalla parpadea.
Y en la oscuridad digital, algo que podría ser una sonrisa se forma.
Porque XANA es paciente.
Y siempre regresa.